La reciente visita del primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, a Teherán generó desconcierto en los principales medios internacionales teniendo en cuenta las manifiestas diferencias políticas entre ambos países, agudizadas con los conflictos armados en Siria e Irak.
Irán y Turquía son rivales políticos en el escenario de Medio Oriente. Irán es el principal aliado del gobierno de Bashar Al Assad en Siria y apoya la lucha de Irak contra el Estado Islámico y Turquía está considerada como uno de los principales patrocinadores de los llamados 'rebeldes' sirios, entre los que se encuentra el Frente Al Nusra, vertiente de Al Qaeda y protagoniza una crisis con el gobierno iraquí por el despliegue de tropas turcas en territorio de ese país.
Si bien los objetivos declarados de la visita de Davutoglu rondan el campo comercial, y la intensión de incrementar el comercio bilateral luego del levantamiento de las sanciones internacionales que pesaban sobre Irán por su polémico programa nuclear, los analistas de diferentes medios coinciden en atribuir el movimiento de Turquía como parte de una estrategia para salir del aislamiento político y económico que enfrenta.
Por un lado el gobierno turco afronta serias dificultades económicas. Según la agencia Bloomberg, la economía turca atraviesa una crisis preocupante, causadas por diferentes vencimientos de deuda y por las sanciones rusas que inciden directamente en la caída del turismo. La devaluación de la moneda y la falta de confianza de los inversores en la situación política interna se ha agravado con el avance militar contra los kurdos y la respuesta de éstos con diversos atentados.
La persecución, asesinato y arresto de periodistas que incluyen en los últimos días la toma del diario Zaman, opositor al gobierno de Erdogan, a deteriorado la imagen del país en el exterior a pesar del coqueteo de la Unión Europea con Ankara y su posible ingreso a ese selecto grupo de países y sus tentadores acuerdos comerciales.
En este contexto quedan implícitos los mensajes políticos que Davutoglu llevó a Teherán, teniendo en cuenta que Irán, no va a ayudar a Ankara a fortalecer su economía sin concesiones en el terreno político. El gran temor de Turquía radica en la posibilidad de que el fin de la guerra en Siria lleve a la creación de un régimen de autonomía para los kurdos sirios, y que esto pueda generar que EEUU y Rusia apoyen la autonomía kurda en la propia Turquía.
Este acercamiento entre Turquía e Irán es visto con aprensión por el régimen wahabí de Arabia Saudita, ya que Riad es la principal aliada de Ankara en los temas regionales. Los saudíes temen que los nuevos intercambios económicos de Turquía con Irán no serán posibles sin un cambio en su postura hacia Siria y abandonará toda idea de intervención militar dejando solo al gobierno saudita en esa intención.
Arabia Saudí, que había amenazando con invadir Siria, podría declinar en desafiar a este país (y a Rusia) sin el apoyo militar de Turquía. El movimiento ajedrecístico de Turquía entonces ha generado que Arabia Saudita busque a su vez un acercamiento a Israel promoviendo acciones contra Hezbolá incluyendo a este movimiento en su lista de “grupos terroristas”, algo carente de valor real ya que prácticamente todos los gobiernos del mundo admiten que Arabia Saudita es el gran centro mundial del terrorismo internacional.