El Papa Francisco partió hoy de Roma para una visita de tres días a Armenia, un país de lejana tradición cristiana que vive una relación muy tensa con Turquía.
Durante su visita, el papa debe pronunciar varios mensajes sobre la paz, los refugiados, los derechos de las minorías religiosas en un Oriente Medio en guerra.
El papa será recibido a su llegada a Ereván, la capital de Armenia, por el presidente Sersh Sargsian y el líder de la Iglesia apostólica armenia, Karenin II.
Se calcula que en cada acto habrá entre 25.000 y 50.000 personas acompañando a este Papa que el año pasado se atrevió a reconocer el Genocidio de 1915 cometido por el imperio Otomano, y que ahora vuelve en un momento caliente para la región.
La visita papal divide a la población entre entusiastas y escépticos. En esta ex república soviética, muchos conservan su desconfianza en los hombres públicos y en los actos políticos. Otros consideran que la figura de Francisco va a resultar clave para influir sobre la despectiva política turca, que mantiene cerrada y bloqueada la frontera desde hace dos décadas. Inclusive creen que podría contribuir a un posible, aunque difícil, acuerdo con Azerbaiyán, el vecino con el que mantienen un viejo conflicto armado por el enclave de Nagorno Karabaj.
La visita de Jorge Bergoglio es una determinación política que apunta a dar una señal clara a Turquía, una potencia regional que contó con el apoyo de Estados Unidos y Europa durante largo tiempo, pero que ahora lo va perdiendo por el oscuro manejos de intereses del gobierno de Recept Erdogan.
Con este simbólico viaje Francisco demuestra, por un lado, que está dispuesto a proteger a todas las comunidades cristianas y católicas: Armenia, primer país en adoptar el cristianismo como religión oficial, está rodeado de estados islámicos. Por otro, juega un papel político con la intención de seguir siendo parte de las soluciones pacíficas a conflictos difíciles, tal como lo hizo con La Habana y Washington.
Francisco partirá el domingo rumbo a Roma, para después repetir este gesto político con Georgia en septiembre, y con Azerbaiyán en octubre.